He oído aullar al viento
llamando a gritos desde lejos
a una nube que se aleja despistada
tapando al sol y a la luz de la mañana.
He visto a las gaviotas
remontando la tormenta que se acerca
y a la lluvia cortejando a las praderas.
He visto a la noche despeinada
alejarse lentamente acariciando a la montaña.
He visto volar a las estrellas
y las he visto morir rozando las tinieblas.
He visto a la luna reír a las sombras de las velas
y la he visto llorar tras el blanco de la niebla.
He visto al mar enfadarse con las velas
y al velero sortear la niebla espesa.
He visto al pastor vigilando a las ovejas
y al lobo agazapado deseando ir tras ellas.
He visto a las llamas alimentarse de la hierba
y satisfacer el fuego la estupidez de las mentes más pequeñas.
He visto el horizonte rojo incandescente
de otro día que se aleja
y lo he visto iluminarse de un blanco aún nonato
de otro día que ahí llega.
He visto que lo que yo veo
no siempre se refleja en otros ojos y otros sueños
y que mi tierra, el planeta tierra
es de ciegos de ojos brillantes y corazón ausente.
Francisco E. Vila (A Coruña, Febrero 2011)