Perro semihundido (detalle)
(1821-1823)
(1821-1823)
Francisco de Goya y Lucientes
Digo yo…
Y aquí estamos amigos,
digo yo,
paladeando el buen trago
de la amistad más sincera
la que no miente
la que no engaña
la que nunca, nunca importa
porque no renta.
Hace unos días escuché en la radio,
de una emisora de esas,
para más señas,
de las que dan noticias como quién apuñala,
que no matan, pero maltrechan.
Pues bien, o quizá mal, dieron una noticia
acerca de un perro que apareció muerto
sin patas, sin orejas
y los testículos entre sus dientes
como si le hicieran el favor
de ofrecerle algún sustento.
Recordé entonces a aquel amigo
que por las noches me vela,
aquel amigo que cuando estoy solo
no se aparta de mis piernas,
aquel amigo que sin pedirme nada en trueque
sufre en silencio, con la cabeza gacha,
mis delirios, mis enfados
y mis miedos.
Aquel amigo que cuando me he muerto
no se fue de mi lado,
ni a comer, ni a beber,
no me abandonó, ni aún de muerto.
Aquel amigo que de alegría saltaba al verme
y agradecía una caricia
aunque fuese una sola
y no veinte.
Aquel amigo que daba todo
para estar conmigo, a mi lado
siempre, junto a mí siempre.
Y ahora recuerdo que cuando despierte
estará a mi lado, junto a mí
para recordarme que la amistad,
la amistad más sincera
es la que nunca, nunca importa
porque no renta,
pero es el único valor que nos hace
más ricos, más grandes
y que apoya en la soledad,
incluso hasta la muerte.
Francisco E. Vila
4 comentarios:
Querido Francisco: como dices tú sigo aquí, intentando actualizar mi blog que perdí por fallos de Internet algunos de mis escritos.
Tu poema me ha partido el alma, sobre todo, la noticia del perro. ¿Cómo se puede ser tan inhumano en esta vida? ¡Con lo noble que es un perro!
Has descrito maravillosamente en tu poema lo que es en realidad la verdadera amistad; tan difícil hoy de encontrarla. La que no te pide nada a cambio y siempre está a tu lado pendiente de tus actos, de tus sentimientos, de tu vivir día a día. Yo, a mi edad, he encontrado a una verdadera amiga, y doy gracias por ello. Y tengo una “Yorskyta” de dos años que me da la vida y no me pide nada a cambio.
Un abrazo.
Pienso que si alguien puede hacerle eso a un perro,también es capaz de hacerselo a una persona.
Enhorabuena por describir de forma tan poética la amistad y el fuerte vinculo que se llega a tener con esos animales.
Besos.
Gracias Maruja. Yo no te dejo notas como tú a mí, pero siempre te leo y no lo digo por quedar bien, es que es así. Yo tengo a dos, que no son mías, pero como si lo fueran. Son de mi hija mayor "Cora" (niebla en gallego) y "Tara" (por la colina celta irlandesa), y mi hija vive en el primero y nosotros en el segundo.
En el tercero vive mi otra hija, con la que está "Lana", la gatita que tengo en mis piernas en el blog. Así que estoy a cubierto de compañía.
Un beso.
Querida MariCarmen, si lees la contestación a Maruja te darás cuenta de que estoy rodeado de esos "amigos" que realmente lo son.
Gracias por haber venido.
Un saludo y un beso.
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