Cherries 1873
Alma Tadema
Alma Tadema
Señora mía, mi dama
duende
en tus brazos descanso el
dolor
que palpita en mi pecho
siempre.
Señora mía, mi dama
ausente
en tus labios quedaron
mis besos
en mi boca tu aliento (se)
muere.
Señora mía, mi dama
ardiente
en tu cuerpo late el deseo
en tu mente se pierde mi
mente.
Señora mía, mi dama
complaciente
en tus ojos se esconde el
misterio
de la luz, de la noche y
del miedo.
Señora mía, el dolor
duele
mis pisadas se pierden en
el viento
la tormenta ahuyenta mis
quejidos
oigo el susurro de la luz
desde las velas
queriendo alcanzar a las
últimas estrellas
que se apagan y se
olvidan en mis sueños
y en tus sueños.
Señora mía, mi dama
imposible
mi espejismo, mi quimera
mi unicornio, mi sirena.
Señora mía
¿Dónde estás? ¿A dónde
has ido?
Por las escarpadas
laderas del destino te busco
y sólo el afilado rumor
de los riscos me contesta.
Mi dama duende
¿A dónde va el sol que
por el horizonte muere?
¿Será tal vez
que simplemente
como nuestro amor
duerme?
Francisco E. Vila (Marzo
de 2006)
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