La verdad es que tenía una deuda pendiente con este cuadro y con su creadora. Había acompañado a esta obra, el año pasado, de unos versos del poema completo. Mi intención era completar el poema en una unos días, pero los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y hasta hoy. Y hoy dije: "de hoy no pasa". Y aquí está. Espero que le guste a la madre de la criatura y a toda/o que lo quiera leer. Ya sabéis, si gusta o no, al final podéis dejar un comentario sobre el mismo, o sobre política, o sobre el tiempo, o sobre lo que quiera cada uno. Pero animaros. Gracias.
En lo más recóndito del bosque
muy lejos
en lo más hondo del tronco de un árbol hueco
justo donde los robles más altos
cubren de hojas el cielo
dos ojillos atisban la hierba
un tembloroso y húmedo hocico
olisquea el aire
y el viento. Algo pasa
el pequeño lirón está inquieto.
Es el espíritu errante del bosque
el más valiente, el más pequeño
el que tiene miedo.
Siente y presiente el peligro
la simple brisa lo mantiene inquieto.
Alguien llora y añora
otros tiempos
cuando náyades, hadas y duendes bailaban
en las noches de luna llena
junto a las aguas del río
de cantos rodados
y alrededor de las fuentes de aguas alegres.
En un claro del bosque
frente a las altas cumbres
al pie de las frondosas laderas
donde la lluvia se convierte en bruma
se esconde el estanque secreto
el de las fiestas de hadas y duendes.
Allí se contaban historias y cuentos
trasformadas más tarde en leyendas.
Junto a él, en sus aguas transparentes
refresca sus pies descalzos Diandra
el hada de las fuentes celtas.
Descansa sus alas
de cristal transparente
y en su regazo se acunan
la brisa, las aguas del río
y la bruma.
Diandra medita, piensa
y sueña.
Con mirada triste añora los juegos y risas
en la casa grande de la colina
la mansión antigua y regia
desde donde dominaba sus tierras
el legendario y noble señor de Hibernnia.
Aquellos días felices
en los jardines secretos
entre altos cipreses, abetos
y flores de Dondiego
las luces mágicas inundaban las noches
compitiendo con las estrellas en sus vuelos.
Diandra recuerda
hundiendo sus pies desnudos
en las frías aguas
del río que la vela.
Es Diandra una historia
es un cuento en las noches de invierno
y en las noches de estío
al frescor de la luna llena
es Diandra una leyenda.
Diandra es la vida del bosque
es el aire del deshielo
y el calor tibio de la luz del sol
que lo atraviesa.
Es su aliento
es la bruma que en las ramas se enreda
es la magia y el misterio.
Si otra noche
el cristal de sus alas quietas
se volviese alegre y revuelto
batiendo el aire y removiendo estrellas
esa noche
volverían las mariposas
a bailar sus danzas en silencio
a la sombra de la luna
y a la luz de las hogueras.
Esa noche seré otra vez
aquel poeta
que dormido y ya sin fuerzas
escribió un poema
al espíritu del bosque
a la magia, al aire, a las sombras
al susurro del viento entre las ramas
a Diandra
el hada de las fuentes celtas.
"Diandra
el hada de las fuentes celtas
la de sonrisa triste
la de mirada ausente.
La que oculta sus pasos
entre la hierba fresca
y cuando el sol calienta
y el día crece
sus huellas huyen hacia la noche
y entre las sombras se pierden"
(Francisco Vila. “Diandra” El hada de las fuentes celtas. A Coruña, 2008)
1 comentario:
Francisco, después de mis dos épicas travesías navales( trabajadas en la Universidad), al entrarme hoy en tu blog y encontrarme con tu Diandra ( El hada de las fuentes celtas), ha sido para mi, como si una suave brisa me arrancara de las profundidades marinas y en fugaz vuelo, me transportara hacía ese recóndito bosque, que tan metaforicamente describes en tu poema. A la vez, me he sentido como tu Diandra, pensativa, soñadora, añorante de cuentos de hadas y juegos juveniles...
Diandra, lo es todo en tu paradisiaco bosque, lleno de fragantes y olorosas metáforas que aún lo embellecen más. Tú, con tu poema, has conseguido darle un gran esplendor a ese bello cuadro.
Cariñosamente, Maruja Quesada.
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