miércoles, 25 de marzo de 2009
Los sueños rotos
La noche ha caído sobre la vida
las luces del destino han agotado su aceite eterno
el aliento cálido de la garganta fresca ha expirado su último suspiro
el valor del corazón guerrero se ha convertido en recuerdo.
Y aquellas manos...
aquellas manos recias y fuertes que sostuvieron las armas en la lucha
yacen inertes, quietas, frías y duras como piedras
agarrotadas, hundidas, aferradas a la tierra.
Y allá a lo lejos los últimos sonidos de los cascos de los caballos
de los vencidos que se alejan
y aquí el silencio, el frío y el miedo de las almas que se quedan.
Y aquí los cuervos, las alimañas, los gusanos y la tierra
y la sangre que la cubre, que la tiñe y que la abona.
Y un silencio inmenso que grita y clama: ¡Victoria!... ¡Deshonra!
Y a lo lejos el triunfo, las miserias, los honores y la gloria
el sol, las nubes, el mar y las olas.
Y un viento frío, desnudo, ululante, fugaz y traidor
y una luz sin día y sin noche
cubren los campos de recuerdos feroces, valientes y violentos.
Recuerdos que quisieron ser futuros.
Recuerdos que quisieron ser el mundo, el poder, la fuerza, la ilusión.
Recuerdos que se apagaron como luces de lámparas sin aceite.
Recuerdos que vivieron efímeros recuerdos de vidas que se fueron.
Y aquí se quedan la noche, la lluvia, el fango y una soledad que ahoga,
y miles de cuerpos que ya no ríen, ni lloran,
que sólo miran con sus ojos fríos
estos extensos campos verdes, serenos,
donde al fin duermen, miles de sueños rotos su sueño.
Francisco Vila. "Los campos de la vida y de la muerte"
("Ebernach, las memorias de un druida errante", A Coruña 2002)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Un poema intenso que habla de la crudeza de la guerra con todo el vacío y dolor que deja.
Un saludo
Publicar un comentario