Se oyen voces a lo lejos:
¡Nueve brazas…! ¡Los bajíos!
¡Acantilado a estribor!
¡Con cuidado, la entrada se estrecha!
de historias y de sueños
que el mar se partía en dos
al tensado de cadenas.
mar tranquilo, mar salvaje
mar a fin de cuentas.
que en las noches de luna
y de estrellas
al partirse el mar en dos
se cubría de diamantes “la estrecha”.
que al final del cálido estío
ardían las aguas sobre la arena
con fuego verde de llama espesa.
con la tripulación de vuelta.
Al arribo del pesquero
que la lonja ansiosa espera
la mar se calmaba
las olas serenas
las aguas tranquilas
que embravecidas eran
descansaban entonces
bañando los muelles
de la ría entera.
mar tranquilo, mar salvaje
mar a fin de cuentas.
son cerberos de presa
que guardan la entrada y la velan
con cadenas de hierro y piedra.
Es al mar, a ese mar
al que guardan.
A esa ría y a los puertos
a quienes velan.
en tiempos de tormenta
mar de mis recuerdos
donde navegaron mis juergas.
Mar de puertos pequeños
de mil barcas, de cien veleros
mar de mi vida, de mis amigos
mar interior del mar abierto.
Y desde lo alto vigilante
como un faro entre tinieblas
una ermita lo ilumina
y cien mil almas lo desvelan
a esa mar
a mi mar
al mar
donde el Atlántico se estrecha.
Mar de “adentro”, mar de “afuera”.
Mar a fin de cuentas.
Francisco Vila ("Mi Mar", A Coruña, enero 2009)
3 comentarios:
Para leerlo una y mil veces y no cansarse nunca.
"Mar de “adentro”, mar de “afuera”
mar tranquilo, mar salvaje
mar a fin de cuentas."
Bastaría con leer el poema para hacer una bellisima pintura sobre La Ría.Los poetas también sois una fuente de inspiración para los pintores
Un besiño
Me fascina el mar, para lo malo y lo bueno, tu poema arrastra hacia su poder. Es hermoso.
Un saludo
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