
Sirva este poema como mi humilde homenaje a un gran hombre de vida y gran hombre de letras, José Saramago. Que estos versos ayuden a cincelar su recuerdo.
Si sólo tres lágrimas bastasen
para llorar el silencio de unos ojos
que miran sin ver
y ven sin saber lo que miran... !
Si sólo dos lágrimas compensasen
todo el odio y rencor
acumulado en el día a día
de nuestra vida... !
Si sólo una lágrima sirviese
para dar a entender el dolor
de todo el dolor
que duele una vida... !
Pero ya no (me) quedan lágrimas
para apagar el fuego de la ausencia
ausencia de dolor hacia el dolor
de odio hacia el rencor
de ausencia de voz hacia el silencio.
Ya no (me) quedan lágrimas
que sirvan para llorar el rostro infantil
que se ahoga en sus propias lágrimas
allá en un mundo lejano, ajeno
en el fin de las distancias de las fiestas
y el recreo.
Ya no (me) quedan lágrimas y aún así
las seguiremos ignorando y viendo.
Francisco Vila (A Coruña, Septiembre 2010)