viernes, 5 de agosto de 2011

Ahí vienes...

La dama de Shalot mirando a Lancelot (1894)
John William Waterhouse





Ahí vienes
enroscada en el aire que respiro...
supurando amor
como herida infectada por el tiempo.

Ahí vienes
sola, sin la nieve, ardiente
como una flecha dispuesta a morir
matando.

Ahí vienes
arrugando el entrecejo con mirada extraña
rasgada de dudas
y desprecios.

Ahí vienes
oliendo el aire
olfateando el aire, buscando
hasta encontrarme sin aliento.

Ahí vienes
como la nube que se acuesta
cada tarde
para perderse en las sombras de la noche.

Ahí vienes
como sombra de los sueños
a mi cama
como ansia de ilusiones
que se perdieron
como angustia de mis manos
al no hallarte
como fuego que se apaga
en mi mente
como día y noche y día
al despertarme
como aquella luz que era sol
al apagarse.

Ahí vienes
y entonces, no estaré para encontrarte.

Francisco E. Vila (Pontedeume, Agosto 2011)