lunes, 29 de junio de 2009

Las nueve olas





















La ola

William Adolphe Bouguereau (1825-1905)




Aquí estoy, he vuelto. Primero fue un viaje, del que ya hablaré cuando pueda descargar las fotos, después ha sido un problema técnico, como se dice siempre pero que ahora es verdad, mi ordenador ha hecho ¡crack! y ahora estoy de prestado. Menos mal que tenía todo a buen recaudo ¡que si no...! Pero aquí estamos otra vez con lo último, casi acabado de salir del horno. Espero que os guste, ya me diréis.



Las nueve olas

Caían las últimas sombras de la noche
al alba.
Retornaba el sueño a sus aposentos
de nieve y lava.
La luz, la claridad, el día
arrogantes acudían
a entreverar mis sábanas.
El viento soplaba el edredón de nubes
que abrigaba al puerto
marea blanca protectora y madre.
Las gaviotas en vuelo invaden con sus gritos
los últimos rincones del silencioso atraque.
La mañana despierta al comenzar el día
olvidada la noche, adormecida la vida.
Risas, cantos, lloros, silencios
gritos
la vida surge, resurge, avanza.

Cuando contemples el mar
¡Vida mía!
escucha el clamor de las aguas
que el sol oriente tu mirada
atenta al horizonte
que por allá a lo lejos se acercan
las olas se acercan
las nueve olas que sobre el mar cabalgan.

La primera en llegar
La de los deseos contenidos
la segunda será
La de la ilusión
la tercera
La del olvido
la cuarta
La de los sueños incompletos
la quinta
La del querer y no querer
la sexta traerá
La del silencio y el miedo
la séptima no se hará esperar
La del destino
la penúltima
La del rumor
tras ella llega la última
la más fuerte La del adiós
la que retorna finalmente al deseo.

Caen las últimas sombras
el mar se ilumina con la luz del sol
que se mira y admira
en un transparente espejo de sueños.

Francisco Vila ("Las nueve olas", A Coruña Junio 2009)

domingo, 7 de junio de 2009

Hay momentos...

El lamento de Icaro
óleo sobre lienzo
Herbert James Draper (1863-1920)




Hay momentos en los que no se te ocurre nada, o que no tienes nada que decir, que no es lo mismo. O que te duele un brazo, o una pierna o el alma, que no es lo mismo, aunque duela. O que el tiempo no ayuda porque está lloviendo, o no llueve pero amenaza lluvia, o se acerca la tormenta y esa presión atmosférica te aplasta, te hunde, te anula o te elimina, que no es lo mismo, pero duele igual.
Hay momentos tontos, o tontos momentos, que son lo mismo pero no lo son. Hay momentos y momentos y momentos, y ahora mismo es uno de esos momentos que no sabría definir, pero la verdad es que ni se me ocurre nada, ni el tiempo ayuda, la tormenta está ahí encima y a parte de dolerme todo, seguro que por la tormenta, estoy en un momento tonto en que no se me ocurre nada, o simplemente se me da por decir una sarta de tonterías como las que estoy diciendo. De todas formas seguro que la pintura merece ser admirada, y de paso yo, aprovecho para saludaros a todos los que me seguís y tenéis la paciencia de leerme y aguantarme. Y después de este pseudo lamento no me queda nada más por hoy que despedirme y desearos, buenas noches y buena suerte.

martes, 2 de junio de 2009

Por qué la esencia de los sueños...


Morfeo e Iris
Pierre-Narcisse Guérin (1.811)



Morfeo e Iris. Morfeo, en la mitología griega, dios de los Sueños, hijo de la Noche y del Sueño. Iris, en la misma mitología, mensajera de los dioses y encargada de conducir las almas hasta los infiernos, hija de Taumas y de Electra. Sirven ambos para acompañar este poema surgido, como casi todos, cuando la noche ya ha culminado su hora mágica y suenan y avisan lejanas las tres campanadas: ¡A dormir! ¡A la cama! ¡Hasta hoy...hasta mañana! Morfeo me avisa e Iris me trae un mensaje ¿de quién será? ¿de algún dios o de alguna arrepentida alma? La verdad es que es a esa hora , más o menos, cuando "alguien" me dicta un poema. Yo simplemente lo paso al papel por si , también a "alguien", le gusta , le divierte o lo disfruta. Y si no es así que me lo diga, yo inmediatamente le mandaré un mensaje a Iris y ella sabrá lo que ha de hacer.



Por qué la esencia de los sueños
se disipa como la bruma
al alcanzar la noche su mañana
y muere tras las primeras luces
sumida en las sombras del olvido
olvido que llama raudo a los pliegues de mis sábanas.

Por qué la esencia de los sueños
se rebela tras horas de intensas pesadillas
o mansamente se desliza hacia las sombras
cuando el sueño cubre de besos el rostro
rostro de la añoranza y el recuerdo.

Por qué la esencia de los sueños
no se aferra, ni se incrusta,
ni se adhiere
a los momentos, a los instantes
o a las horas de los tiempos
fijando paso a paso, verso a verso
a aquel momento de retorno en que volví
emulando a un reflejo
a aquel segundo de una vida
que quedó prendido de una caricia
de un enfado, de un beso
o de un regreso
a aquella escena, que aún de cuento,
la hizo real, tan real como mil muertes.

Por qué la esencia de los sueños
no despierta cuando sueñas
para evitar en su regreso
contar la historia de los cuentos, que al dormir,
noche tras noche,
inútil e irremediablemente,
sueño.

Francisco Vila
"Por qué la esencia de los sueños..."
A Coruña, 21-05-09 (03:32h)