jueves, 15 de noviembre de 2007

Un viaje al...


Yo creo que la poesía debe ser libre, escrita en libertad y para que todo aquel que quiera, la disfrute también en libertad. No debe estar condicionada por intereses comerciales, mercantilistas, políticos o religiosos. Debe brotar, nacer con completa libertad. Ahora bien, los poetas como seres humanos que somos, que no místicos, ni etéreos, tenemos nuestras necesidades diarias. Como comer, dormir, comunicarnos, lavarnos y eso tiene un coste. Quizás sea poco romántico, poco poético, pero es real y vital. E ingresar “unas monedas para nuestro sustento” como diría el poeta es nuestro deber y nuestro derecho. Y para conseguir nuestro objetivo económico tenemos varias vías posibles: presentar nuestras “pequeñas obras” a las editoriales, y recibir siempre las mismas respuestas para ser rechazadas. Intentar comercializarlas por tu cuenta, con el costo que eso supone, y que no tienes. “La pescadilla que se muerde la cola”. O por último presentarte a un concurso de poesía. Siempre y cuando los concursos se ciñan a las reglas con que se presentan y que te obligan a ti, participante, y nos midan a todos por el mismo rasero. O nos obliguen a todos, quería decir. O sean serios y no nos tomen por… Según se comenta últimamente a través de algunos foros, y con bastante preocupación, “alguien” ha viajado hace poco “al Parnaso”. Por lo visto hizo bien, a fin de cuentas es la morada de los poetas. Pero parece que bebió demasiado mal de la “fuente Castalia” y eso le hizo resbalar en las rocas “fedriacas”. Al final ¿se precipitó al vacío o logró asirse al borde de la cueva Coricia? No lo sé. Quizá esté aún aferrado a las rocas esperando ayuda. Hay poetas muy hábiles que saben guardar siempre el equilibrio, aún en los momentos más difíciles. Por desgracia los demás no sabemos o preferimos no acercarnos demasiado al precipicio. Tú mi querido lector, si me estás leyendo ¿Cuál es tu opinión?
Pero como lo mío es escribir, escribir todos los días, manteniendo la esperanza de que en el futuro mis lectores más fieles sigan leyéndome y disfrutando con lo que escribo. Por ello y en honor a ese poeta que utiliza la poesía sólo para expresar sus sentimientos, para comunicarse, le dedico estos versos para que disfrute como he disfrutado yo al escribirlos.



Se agotó la última hoja


Se agotó la última hoja del último cuaderno
finalizó el sendero por donde huyen
miles de palabras y un millón de versos.
Desapareció la última página
donde anidaban los recuerdos.
Se obscureció el blanco
sin sentido los poemas se vuelven ciegos
se pierden las palabras
bailan en la cuerda floja las ideas y los sueños.
El lienzo exhaló su último suspiro.
A dónde van entonces los recuerdos
y las dudas, los aciertos
las caricias, los besos escritos
los errores, las heridas abiertas
todos ellos sin un lienzo.
Se acabaron los caminos
y las puertas y los puentes
y las quejas murmuradas
y los inmensos y largos silencios.
Dónde escribo, dónde escribiré
dónde reflejaré lo que siento
dónde dejaré constancia de mi dolor.
Sólo me queda el desierto
abocado a las arenas y el viento.
Sólo espero de la vida
que los versos en la arena
como el cemento se endurezcan
haciendo inútil la tormenta
inútiles los vientos
inútil la brisa, el soplo o el aliento.
Sólo espero que la pluma se despierte en un cincel
que grabe a fuego y hierro el sentimiento
convirtiendo a estos versos en testigos
del paso y transcurrir del tiempo.

(Francisco Vila “Memorias de un poeta inédito”
A Coruña 5 de Junio de 2007)

1 comentario:

Jose Luis dijo...

Es cierto. La poesía debe nacer con el menor número de condicionantes posible. También estoy de acuerdo con que el hecho de escribir ya es un deleite en sí mismo, y máxime cuando aquellas palabras que disfrutas moldeando acaban entusiasmando a otros lectores.

Te seguiré. Un abrazo.