martes, 26 de octubre de 2010

Instantes eternos


William Adolphe Bouguereau
Le Ravissement de Psyche




Quién no ha sentido
en un instante de su vida
retornar la vida en un recuerdo.
Dicen que antes de dejar la vida,
en un instante,
esa vida pasa rauda ante tus ojos.

Quién no tardó una vida
en descubrir o redescubrir el amor
y en un instante lo perdió.

Cuántos querían vivír
y estaban vivos
y en un instante, antes o después
se habían ido.

"Dame un instante de tu vida
y te haré feliz... "
cuántos han oído esta frase
y han dicho: ¡Te lo doy, es tuyo!
y un instante después: ¡... maldita sea, QUERÍA SER FELIZ!

Fue un instante antes cuando oí aquel silbido
fue quizás un zumbido y un instante después
un dolor punzante atravesó mi pecho
y en un instante de un instante
la obscuridad del sueño más profundo
inundó los sueños de un pasado
de un presente y un después.

Quién no lloró por los instantes perdidos
por los instantes ausentes,
momentos de momentos,
sueños imposibles de sueños inconclusos.
Quién no pensó alguna vez
que los instantes buenos o malos
reales o inciertos
dulces o crueles
sinceros, falsos o ingenuos
puedan llegar a convertirse
en un instante
... en eternos.


Francisco Vila (Octubre 2010)

jueves, 14 de octubre de 2010

A Manuel Alexandre. El Jardín de los Dondiego

Teatro José de Alencar
Fortaleza (Brasil)



Desde mi humilde nivel y categoría en el teatro, quiero y deseo ofrecer un pequeño homenaje a un gran profesional y gran persona, que me hubiese gustado conocer y disfrutar, pero los caminos y las rutas de la vida nunca siguen los mismos pasos que los deseos. Sólo con y en la poesía puedo conseguir y llegar a donde deseo. Y con estos versos llego a su lado y se los ofrezco. A ti Manuel, a ti maestro.



Jardín de los Dondiego
Jardín de mis deseos

Jardín de miles de flores

que alfombran paso a paso mis desvelos

Jardín de las flores de Dondiego

las rojas y las blancas, las amarillas saludan a las sombras

despojándose del velo.

Jardín sumido en mágicos senderos

Jardín que arrancas de mis sueños versos del tiempo

palabras clave, que sólo a mí

acercan a los cielos

Venid a mí
bardos, aedos... en fin, poetas
Que las miradas azules del Dondiego no empañen mis ojos

y me impidan ver el sol

que se alza en la mañana
volando lento sobre la escarcha
y las hojas
atravesando las lágrimas del cielo
Jardín que cuido hoja a hoja

rama a rama

flor a flor

del Jardín de las flores del Dondiego.


Francisco Vila
(A Coruña, 2007)

A José Saramago. Cuánto vale el tiempo.

La vieja máquina de José Saramago



Si alguien me preguntase alguna vez que, como escritor, a quién me gustaría parecerme, contestaría que a mí mismo, con todas mis limitaciones y carencias. Y de esta forma evitaría susceptibilidades de nadie. Pero si me preguntasen a quién he admirado, por carácter, por tesón, por firmeza y convicción, por saber hacer y escribir, por imagen y por cojones (y perdón por la palabra), he admirado a José Saramago. Y por qué, pues no puedo asegurarlo, pero sé que desde el primer día que lo descubrí supe de inmediato que era una gran persona, un escritor sincero y un sincero escritor. Y a él, a José Saramago le dedico estos versos.






Cuánto vale el tiempo
qué moneda paga el peso de los días
qué jaula de oro envuelve al cuco
y el tic-tac
en el silencio de la noche
quién lo vela
y cuánto cuesta.

Quién tiene el tesoro
y las treinta monedas de oro
para pagar los rizos dorados del cielo
cuando se duerme y descansa
el último lucero.

Cuánto vale el tiempo
que surca cada arruga en la frente
y en los ojos
la mirada ausente
flanqueada de abanicos que se abren
y se cierran
cuánto cuesta.

Cuánto vale el trino del jilguero
en el desierto.
Cuanto vale el silencio del desierto
en esta tierra llena de gritos
y lamentos.

Cuánto vale el tiempo
quiero comprarle
el sol caliente del verano
como regalo
al invierno.

Francisco Vila (Del libro de poemas "El Corazón del Tiempo")