
La tierra que yo trabajo, la que me da sus frutos, sus flores, sus satisfacciones. La que me compensa. Mi tierra.
Despierta niña
Alzó el vuelo, a la mañana, el viento
asomó la luz
el sol estiró sus brazos al cielo
las sombras y la noche
recostaron su descanso
en la orilla contraria al cansancio
y al sueño.
El trino de los pájaros se elevó
lento
el canto del gallo a lo lejos
despertó al corral
a las flores y al huerto.
Es la aurora que viene corriendo
gritó el ruiseñor alerta
es el aliento de la bruma
contestó el gorrión
son los dedos invisibles de la brisa
que descorren incansables a la niebla
cantó el jilguero.
Solamente es otro día
advirtió convencido el martín pescador
y en lo alto del monte
lo confirmó decidido el balido salvaje
del carnero.
La claridad y los brillos
retozaron sus destellos en la hierba
y las aguas de los ríos
mansas y tranquilas en la noche
a saludar al alba acudieron
alborozadas y ruidosas
navegando náyades y duendes.
Despierta niña de tus sueños
que la vida, de nuevo, está llamando a tu puerta
y como cada día insiste e insiste
que la atiendas, la acaricies
y le peines sus cabellos frente al espejo plateado
donde se reflejan
yu mirada aislada, su sonrisa
y mi silencio.
(Francisco Vila. "Despierta niña", poema. A Coruña, diciembre 2005)
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